El Ladrillo Rústico Como Obra Única

 

   

          El ladrillo rústico, tal como se conoce, fue introducido en el Reino de España por la cultura Mozárabe. Sirvió de elemento de construcción de sus monumentos, una prueba de ello es la Giralda de Sevilla, al igual que muchos otros señalados edificios de interés cultural andaluz. Durante varios cientos de años, el ladrillo rústico se constituyó como el elemento fundamental de la obra arquitectónica, poseyendo una triple utilidad, pues no sólo se usaba en los muros de carga principales, sino que a la vez se utilizaba como base para las tabiquerías. Con la llegada de la revolución industrial, el ladrillo de taco rústico dejó de usarse con funciones de elemento estructural, dejando paso al acero y el hormigón armado y la de tabiquería a la placa de yeso autoportante o al ladrillo hueco de proceso mecanizado. En las últimas décadas, cuando se restauran las obras antiguas suelen dejarse a la vista pilares y paredes construídos con ladrillos rústicos primitivos a modo de reconocimiento al buen hacer de nuestros antepasados. Dado el reconocimiento del alto valor ornamental de los ladrillos rústicos fabricados al modo tradicional, surge la necesidad en la arquitectura moderna de combinar este elemento artístico con otros recursos constructivos, creándose una estética diferenciadora de las obras y los que las contruyen. En la actualidad, el ladrillo rústico, es empleado fundamentalmente, como elemento decorativo en las obras modernas con la idea de combinar lo clásico con lo sencillo.